sábado, 8 de diciembre de 2012

El corazón de la empresa




Así como el corazón humano se encuentra en la parte superior del tórax, no en la cabeza, así el corazón de las empresas generalmente no se encuentra en el presidente o el máximo ejecutivo, sino en el empleado a nivel medio que lleva el peso del día a día, que sabe lo que hay que saber y que mantiene inalterable su dedicación y su lealtad a la organización. Durante mis 28 años en la industria petrolera venezolana, desde geólogo de campo hasta la Junta Directiva de Petróleos de Venezuela tuve la suerte de conocer a varios ilustres representantes de este prfil de funcionarios, a quienes no vacilo en definir como el corazón de la empresa.

Recibo la noticia de la muerte de quien fue mi compañero de trabajo por largo tiempo, primero en Shell y luego en Maraven: Pedro Aranguren, a quien siempre llamé Pedrito, por afecto. Pedro Aranguren se desempeñó en Comercio Internacional y en Relaciones Comerciales y representó por años el hilo de continuidad que unía su grupo de trabajo, inevitablemente expuesto a la llegada periódica de nuevos  gerentes a quienes había que “entrenar”. Pedrito siempre estuvo allí y era el albacea de la experiencia acumulada durante años de manejar estas delicadas operaciones. Entre nuestras tareas ocupaba un lugar  importante la relación de la empresa con el Ministerio de Energía y Petróleo o de Hidrocarburos, como se le llamaba en ese entonces. Esas relaciones nunca fueron sencillas y apacibles, estuvieron siempre llenas de pequeños o grandes conflictos derivados del celo o recelo patriótico de los empleados de ambas organizaciones, un sentimiento subyacente que complicó siempre las relaciones entre quienes éramos empleados de una empresa extranjera y quienes representaban al gobierno. Éramos nosotros simples agentes del imperialismo foráneo, como pensaban algunos compatriotas desde el gobierno? O eran los funcionarios del Ministerio injustos con nosotros, quienes protegíamos el interés nacional tanto como ellos?

Fue en ese ambiente generalmente tenso que vi a Pedro Aranguren trabajar de manera tesonera, con invariable buen humor, para suavizar las relaciones empresa-ministerio y mantener el flujo debido de información de nuestras actividades hacia el ministerio. Ello le ganó nuestro respeto y también la confianza y el respeto de los grandes señores del ministerio, gente maravillosa como Luis Plaz Bruzual, quien siempre combinó su exigente naturaleza de fiscalizador con un tratamiento digno y respetuoso para los empleados de la empresa.

A mis ojos Pedro Aranguren representaba de manera genuina el corazón de la empresa. Ese corazón que late en cada Pedro Aranguren y es relativamente inmortal.

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gustavo, pronto regresarás a Venezuela. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Coronel.....para lo unico que eres bueno! .....para escribir obituarios!
Por que de politico eres un pobre payaso
Y de gerente ni del dunes de margarita servistes para nada!
Y por cierto de tu querida y amada pdvsa te botaron como lo que eres!